jueves, 9 de febrero de 2017

LA CIERVA CERINEA(TERCER TRABAJO)

Euristeo encomendó a Hércules un trabajo que iba a requerir de él otras virtudes distintas al valor y a la fuerza que hasta ahora había demostrado.
Tenía que capturar con vida a la cierva de Cerinia y llevarla viva hasta Micenas. No era ésta una cierva cualquiera, ya que era tan enorme como veloz y en su tiempo había logrado escapar de la propia Artemis, que sorprendiéndolas a ella y a sus cuatro hermanas, paciendo en un claro de bosque, las unció a todas a su carro, salvo a ella, que huyó libre e indómita.
Hércules sabía por tanto que era ardua la tarea de atrapar a aquel espléndido animal, que había logrado fajarse de la mismísima diosa de los bosques. Sería fácil reconocer a la cierva, no sólo por su gran tamaño, sino porque sus incansables pezuñas eran de bronce y lucía una cornamenta de oro, como si fuera en realidad un ciervo coronado que reinara entre todos los de su especie.
A pesar de ser conocido por su fortaleza, Hércules albergaba en su interior un gran corazón y una enorme sabiduría. Cuando se encontró con la cierva por primera vez, después de largas semanas de viaje, supo apreciar en ella la auténtica belleza, aquella que sólo los dioses o criaturas excepcionales, como aquella, lograban poseer. Entendió que no iba a ser una caza cualquiera, motivada por el hambre o el simple placer de abatir a la víctima, sino que se enfrentaba a la persecución de una criatura que había nacido para ser libre y admirada por sus cualidades.
Nuestro héroe no quería causarle ningún daño, así que se acercó con cautela, tratando de sorprenderla. Pero la cierva, siempre alerta, giró la cabeza y ambos se miraron a los ojos, reconociéndose como presa y captor. Antes de que pudiera siquiera rozarla con sus dedos, la cierva huyó como el rayo, arrancando chispas de las piedras del camino con sus pezuñas de bronce. No era sino el inicio de la que iba a ser una larga persecución. Hércules corrió en pos de la cierva incansablemente durante todo un año, atravesando ríos y praderas, escalando áridas montañas y descendiendo por peligrosas laderas. Como dos sombras fugaces, el cazador y su presa, atravesaron todas las tierras conocidas y llegaron a los confines de la tierra, donde reinos ignotos escapaban casi del alcance de los mapas. Ya que no podía correr tanto como ella, la única solución era no dejarla descansar, para poner a prueba su resistencia.
Finalmente, al límite de sus fuerzas, el perseguidor y su presa llegaron a la lejana Istria y al país de los Hiperbóreos, de los que se decía que eran inmortales. Quiso la cierva refugiarse en el monte Artemisia y poder así aplacar su sed en el río Ladón, que descendía por sus faldas y obtuvo Hércules, con aquel descanso del animal, una segunda oportunidad para atraparla. Consciente de que si se acercaba para asirla de nuevo con sus fuertes manos la cierva advertiría su presencia y reanudaría su fuga, armó su arco y arrojó una flecha certera, que atravesó el hueco existente entre el hueso y el tendón, sin derramar una sola gota de sangre y trabando de esta forma las formidables patas delanteras.

Al borde de las lágrimas, exhausto tras largos meses de caza, alejado de los suyos, dio por acabado aquel largo exilio, acercándose hasta el sorprendido animal y emprendiendo el regreso a Micenas con el vivo trofeo sobre sus cansados hombros, lleno de rabia por verse obligado a privar a aquella bella criatura de una merecida libertad.

NOMBRE:Heracles y la cierva de Cerinea.
SITUACIÓN:Museo Arqueológico Regional de Palermo,Italia
AUTOR:Desconocido
ESTILO:Helenistico

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